Alma débil, ojos que caen por el placer de esta caricia mía que recorre tu pelo, tu cuello, tu mente…
Veo, tu mirada temblorosa, en un abrir y cerrar lento e incontrolado pestañeo, por el gozo que te provocan mis manos al agarrarte con ternura, sucumbiéndose en tus rincones ya tocados.
Deseo.
Puro deseo el de mis manos.
Perfecto juego, el de tu cuerpo.
I si quieres que te toque te toco, me deslizo con fuerza por tu espalda y termino, retrocediendo hasta tu pecho con delicado vicio.
Tu respiración, excitante y placentera, revive y te aprieta el pecho, destrozado de tantos amores que te vibran.
No pienses. No pienses porque te ataré igualmente, de las manos e inmovilizaré tu cuerpo, poniéndome encima de tus caderas y, rodeando con mi mano, tu cuello para apretarlo con fuerza, con más fuerza y luego, dejarte respirar.
Húmeda i impotente, pídeme ahora que te haga mía. Y ese placer, cuando sin cuerdas te sientas agarrada e indefensa, cuando quieras luchar por imponerte y no te deje, te haré vivir la pureza de un deseo inconfesable, la magia de unas manos que te abrazaran, cada rincón, del que tú permitas deshacerte.
Mi alma se tormenta…. al imaginarlo.
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